Un monstruo viene a verme
Andrés Quintero6
Humberto Santana7
LO MEJOR
  • La producción
  • Los cuentos dentro del cuento
LO MALO
  • El recargo en la forma debilita el contenido
6.5Interesante

TÍTULO ORIGINAL: A monster calls

AÑO: 2016

DURACIÓN: 1h 48min

GÉNERO: Fantástico, Drama

PAÍS: España

DIRECTOR:  J.A Bayona

ESTRELLAS: Lewis MacDougall, Sigourney Weaver, Felicity Jones, Liam Neeson, Toby Kebbell

El tema de la llorada en el cine tiene sus momentos.  Están, por ejemplo, los lagrimones infantiles, abundantes y fútiles ,  que empapan las mejillas sonrojadas cuando la bruja trama sus fechorías o cuando Pinocho busca en la noche oscura a Gepeto y el pequeño espectador sabe que un par de malvados lo han secuestrado; están también, sensibles y recatadas, aquellas otras provocadas por la dolorosa despedida, usualmente en una estación de tren, de aquellos que se aman. Y están por suspuesto esas otras, las de ahora, las que  por un extraño pudor se quedan en los ojos encharcando la mirada  cuando uno de esos dolores de la vida se nos hacen más próximos y reales desde la irrealidad de la pantalla.

Hablo de las lágrimas de celuloide porque supuestamente Un monstruo viene a verme,  última película de la trilogía del director español  J.A Bayona sobre los quebrantos y vicisitudes  de las relaciones madre e hijos,  es una de esas películas en las que, quieráselo o no, el ojo es incapaz de mantener sus normales niveles de humectación.  La llorada del año dijo  de ella una emocionada – y seguramente sincera – crítica española. Y pareciera no ser para menos si se tiene en cuenta que Connor (Lewis MacDougall) su protagonista es un muchacho de doce años que luego de la separación de sus padres queda al cuidado – o más bien cuidando – de una madre (Felicity Jones) consumida por un cáncer agresivo y voraz.  A este cuadro, de por sí dramático, se le suma el matoneo del que Connor es víctima en el colegio y la presencia de una abuela severa y distante (Sigourney Weaver) con la que no se lleva nada bien Para huír, entender o afrontar esta realidad, o todas tres a la vez,  el chico ve como tras su ventana un enorme y añoso árbol  (Liam Neeson) cobra vida convirtiéndose, no diría yo que en un monstruo, pero sí en un  aparatoso, malhumorado y bondadoso consejero. Los cuentos de este inusual compañero, mitad fantasía mitad oráculo, serán los que le conferirán al dolor que afronta Connor, demasiado grande para ser niño y  demasiado niño para ser grande,  significado y sentido.

Perfectos ingredientes los anteriores para desencadenar el llanto  o, cuando menos, para producir esa acuosidad ocular propia del llorar hacia adentro. Y sin embargo, al menos en mi caso,  nada de eso provoca esta historia a mi juicio  bien montada pero, en perjuicio de un mensaje más nítido y sencillo, innecesariamente recargada . Técnicamente hablando el trabajo de Bayona es sólido y está a la altura de las grandes producciones americanas de su género pero es precisamente su tecnicismo desorientado el que termina restándole  efectividad emotiva.  Uno no se mete del todo en la fantasía, llena de conectores con la realidad,  que inventa Connor y eso hace que su querido monstruo parezca más un intrincado chamizo navideño, iluminación incluída, que un sabio consejero. En este caso la sentencia simplista de que lo más a veces resulta siendo menos, aplica por completo.

La idea que plantea Un monstruo viene a verme de llegar al descubrimiento y a la apropiación trascendente de la verdad a través de la fantasía , es sin duda, más que atractiva, genial.  A la verdad de las mentiras se refería , en otro contexto pero con similar sentido, el Nobel Vargas LLosa.  El fallo de la película para quien escribe estas líneas fue caer en una innecesaria grandilocuencia técnica y visual para, en lugar de realzar las contradicciones, matices y variantes del dolor humano, optar por un efectismo que además de aplanar las caracterizacones del todo su buen elenco, destierra del todo esa sensación, amarga y dulce a la vez,  de la visión momentáneamente acuosa por esa lágrima que se empoza en la mirada.

 

Sobre El Autor

Dirección Distinta Mirada

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