The Square: La farsa del arte
Diego Solorzano6
LO MEJOR
  • Claes Bang como actor principal. Todo un descubrimiento.
  • La dirección sutil de Ostlund, por momentos brillante.
LO MALO
  • La segunda mitad, salvo excepciones, es la más decepcionante, más fragmentada y difícil de digerir.
  • El ritmo decrece, al igual que el interés del espectador.
6INTERESANTE
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TÍTULO ORIGINAL: The Square

AÑO: 2017

DURACIÓN: 2h 20min

GÉNERO: Comedia negra

PAÍS: Suecia

DIRECTOR: Ruben Ostlund

ESTRELLAS:  Claes Bang, Elisabeth Moss, Dominic West

 

Dicen los que saben que el arte es la representación de cualquier sociedad emplazada en un contexto y momento específico de la historia. Esa es probablemente la definición más arraigada de lo que la cultura puede significar para la civilización humana, desde las pinturas rupestres pasando por la ilustración hasta el caótico estilo que define nuestros tiempos como “el arte contemporáneo” ese estilo y dogma tan relativo y desprestigiado por aquellos más ajenos a los ámbitos artísticos. Dejando de lado lo que pueda significar o no el arte, no se puede negar su importancia significativa en cualquier estadio social de nuestra sociedad, aunque de manera vertical pueda parecer algo más propio de las élites y clases sociales adineradas que las alejadas de aquella burbuja social.

En The Square, Christian representa esa apertura social, investido como director de un cine de arte contemporáneo, carga con la difícil tarea de exponer una obra transgresora y filántropa a las masas que de alguna manera se han alejado de la egocéntrica guía del arte. Esta nueva campaña publicitaria llevará al protagonista a través de una búsqueda introspectiva del arte como catalizador de realidades y sentimientos.

El director de la orquesta es el sueco Ruben Östlund, el cual ya había sorprendido a propios y extraños con el notable largometraje ‘Fuerza Mayor’ donde desperdigaba la moral a través del cine de catástrofes como catalizador del egoísmo familiar. En The Square repite el tono satírico con una narrativa menos formal y más experimental. Con planos estáticos y una narración más fragmentada, propia del mismo cine de Terrence Malick en la actualidad. No es coincidencia que The Square recuerde en temática y fondo la reciente obra del director norteamericano ‘Knight of Cups aunque con menos misticismo introspectivo y más realidad marchita.

En The Square el arte compone una realidad distante. Ostlund representa con acierto los contrastes visuales entre la clase adinerada que representa el personaje principal y el público objetivo de la obra: Mendigos y sin techo que se acumulan en las calles de una híper estilizada ciudad del primer mundo nórdico. Es una verdadera lástima que este collage social se contamine por una evidente falta de foco por parte del guión.

Porque llegados a cierto punto, The Square se transforma en lo que ha criticado con fuerza y gravedad. No es que esto sea malo pero la falta de un hilo conductor termina por influir en la percepción del largometraje pues con el paso de los minutos la nominada al Oscar se consume por una pretenciosidad adquirida. The Square juega con la farsa del arte y como en el fondo la generosidad y filantropía no es más que un juego de máscaras elaborado. Christian mismo representa el elitismo “piadoso” que busca cambiar el mundo sin alterar el statu quo de su propia existencia.

¿Entonces qué falla? Que el mensaje se diluye en una innecesaria parsimonia sobre la formación del arte desde el estadio más  básico. The Square se distrae en su propio ego sin avanzar en la historia y aún con los delicados destellos de violencia controlada, nunca logra abanderar su mensaje. La película se torna lenta e innecesariamente desenfocada. Ni siquiera la fuerza de Claes Bang en el papel protagónico acaba por encausar la cinta. No podría afirmar que es algo deliberado este cambio brusco de óptica pero sí que es una pérdida importante de sustancia en pos de la forma. Planos cuidados y punzantes que pueden mostrar una crítica velada, sí, pero con la falta de guion suficiente para exponer lo suficiente.

Sin embargo, cuando The Square funciona arrasa con el espectador como un arma de destrucción masiva. Ostlund se esfuerza por restar escándalo a la obra y hace bien pues es en los momentos más quietos y silenciosos que la cinta del sueco cala en los huesos. Cuando The Square centra su furia sutil en la humanidad, acaba por dejar desalentado al espectador sobre su propia existencia y sociedad. Cuando The Square funciona nos deja ver un personaje enorme y tragicómico como el que interpreta el austriaco Claes Bang, una fuerza de la naturaleza en pantalla que atrae todas las miradas desde su apariencia estilizada y lamentable moral devenida de una sociedad neoliberal y absorbida por la burbuja social que la élite trata de disimular con máscaras de filantropía. Cuando The Square funciona, nos regala ESA ESCENA (la que adorna el poster) donde Ostlund remueve el alma del espectador, donde transgrede al arte y rompe todos los esquemas. Lamentablemente, estos destellos son islas en el mar de la más absoluta desolación argumental.

En síntesis. The Square es un ejercicio narrativo interesante, una película correcta que podría haber logrado más de sí con el director y casting disponibles. Es una verdadera lástima que se tenga que recomendar alternativas mucho más cerradas como ‘La Dolce Vita’ o ‘La Gran Belleza’ como películas pilar de la crítica social desde la élite del mundo pues el intento del sueco, aun teniendo potencial de sobra, acaba diluyéndose en un mar de nadería disfuncional.

¿O acaso esa es la intención del autor como si de la obra final de la cinta se tratara? Probablemente no la estemos viendo con el enfoque adecuado o el director se ha equivocado al narrarlo. Como fuese, este definitivamente no lo era.