Relatos iraníesHumberto Santana S7.5LO MEJORLos dos relatos finales, magistralmente llevados, llenos de belleza, emotividad y sorpresaLas actuaciones, auténticas y convincentesLO MALOEn un par de historias, la suma del caos que se quiere reflejar y la densidad de los diálogos, hace por momentos difícil mantener el interés2015-06-117.5Muy buenaTÍTULO ORIGINAL: Ghesse-ha / Ghesseha OTROS TÍTULOS: Tales AÑO: 2014 DURACIÓN: 88 min GÉNERO: Drama PAÍS: Irán DIRECTORA: Rakhshan Bani-Etemad ESTRELLAS: Peyman Moaadi, Golab Adineh, Farhad Aslani, Mohammadreza Forootan, Mehdi Hashemi Relatos iraníes no es una película que se asimile fácilmente. Desde el principio la cámara nerviosa captura imágenes de un Irán urbano pobre, opresor, árido y caótico. Los personajes que se nos presentan llevan dentro conflictos, frustración, y quizás por encima de todo, tristeza. La ansiedad y el tabaco abundan. Los diálogos son densos y vehementes. Se requiere tal vez de varios minutos de adaptación a este formato, como quien se acostumbra a una carretera sin pavimentar, para empezar a leer entre líneas y ver con más claridad lo que nos ofrece esta producción de la directora Rakhshan Bani-Etemad, ganadora con esta película en el Festival de Venecia por mejor guión, y nominada en este mismo evento al León de oro. La película presenta siete historias cortas que muestran la vida de personas del común, aspectos de su día a día en el Irán contemporáneo. Las historias se relacionan entre sí de forma sencilla y sin mayores artilugios a través de sus personajes, porque algunos pasan de un relato a otro, mostrando así diferentes ángulos de sus vidas, y también porque las historias van siendo recogidas por un reportero que parece buscar retratar la realidad cotidiana. Se nos muestra un país quebrado institucional y socialmente, en pugna hasta en sus relaciones humanas más básicas, que convive con la falta de recursos de sus gentes, con la ignorancia (varios de sus personajes no saben siquiera leer), con un machismo marcado que agrede de muchas formas a sus mujeres, quienes irónicamente -y quizás sea esta la idea con más fuerza- son las que parecen estar sosteniendo a la sociedad de su desmoronamiento. Las dos historias finales, muy especialmente la última, justifican de sobra esta producción cinematográfica. Al igual que en los demás relatos, el conflicto y la melancolía son la fibra básica, pero la forma en que se cuentan es particularmente inteligente y atrapante, reforzando el mensaje y revelando una belleza singular en medio de este árido desorden social.
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