Lo que fuimosAndrés Quintero7.5LO MEJORSu humor. Reír pensando. Buen balanceSwank y ShannonLo promisorio de ser la primera película que dirige Elizabeth ChomkoLO MALOAnte una problemática universal, su tono muy local 2019-07-037.5BuenaTÍTULO ORIGINAL: What they had+ AÑO: 2018 DURACIÓN: 1h 41min GÉNERO: Drama PAÍS: Estados Unidos DIRECTOR: Elizabeth Chomko ESTRELLAS: Hilary Swank, Blythe Danner, Michael Shannon, Robert Forster, Taissa Farmiga,Aimee Garcia, Jay Montepare Esta vez Elizabeth Chomko decidió hacerse detrás de cámaras. Ya las conocía, frente a ellas, como actriz, pero fue la dirección de su propio y aclamado guión, What they had, la que la empujó a este nuevo reto y del que, a mi juicio, salió bastante bien librada. A primera vista, la historia de Lo que fuimos – el caprichoso nombre en español de la película – pareciera tener como propósito acentuar el drama en torno a una madre enferma para así lograr del público, cuando menos, un buen efecto lacrimógeno. Otra, afortunadamente, fue la intención de la directora y otro, también, el resultado. Va el arranque de la historia : Bridget (Hilary Swank) atiende rauda y veloz el llamado de su hermano Nick (Michael Shanon) . No es el afecto por este el que la embarca en el presuroso vuelo, sino la preocupación por la mamá de ambos que ha empezado a desandar los caminos de la memoria, atrapada por ese caballero , tan indoloro como letal, de apellido Alzheimer. La alarmante noticia es que ya caída la noche y en medio de una típica nevada decembrina, salió de la casa y nadie sabe dónde está. Lo que fuimos es un acercamiento cauto, en un muy ponderado tono de comedia, a ese desajuste existencial que con toda facilidad puede darse cuando uno de los padres, otoñales ya, se desconecta de esta realidad y se sumerge, de a pocos y no sin algo parecido a la felicidad, en una regresión temporal donde todo va siendo incomunicación y olvido. El desajuste al que me refiero no es el del enfermo, o la enferma en este caso, sino el de una familia que solo frente a la penosa situación que la congrega, es capaz de exteriorizar, en las distintas versiones de sus miembros, sus miedos, frustraciones, reproches y anhelos. Padre, hijos – con las sombras inquietantes de su parejas – y nieta creen estar enfrentándose por el manejo habitacional de la situación (recluir o no a la madre desmemoriada en un asilo) , cuando en realidad lo que los confronta es su entendimiento mismo de la vida, la vivida y la dejada de vivir, y el reproche amargo de deberse, los unos a los otros, sus soledades, sus tristezas y, aún todavía, sus frágiles deseos. Chomko eligió cuidadosamente el tono de la historia y descartó de entrada el facilismo del dramón. Optó mejor, y sin duda acertó, por unos pincelazos de humor que sin relativizar la gravedad de la situación y sin enmascarar un problema que sentimos puede estar allí, a la vuelta de la esquina, le dan un cariz de profunda, dolorosa pero también inevitable y aceptable verdad. Es este buen balance el que deja en el espectador una sensación de haber presenciado una historia densa pero a la vez aligerada y con la sutil propuesta, más que de un mensaje o de una moraleja, del porque no repensarse frente al que creemos ser y al que debiéramos ser con el otro, especialmente con esos que llamamos familia. Todos en Lo que fuimos creen o creyeron haber sido alguien o algo; todos, además, se lo agradecen o reprochan a alguien y todos, cada cual a su manera, convivieron o habrán de seguir conviviendo con su ángeles y sus demonios. Chomko construye así unos personajes reales plagados de virtudes y defectos. Es como si el efecto, tan virtuoso como perverso, de la convivencia familiar fuera ser luz donde el otro es sombra y viceversa. El reparto, especialmente Swank y Shannon, le inyectan una enorme credibilidad a la historia y logran, por el blanquinegro que todos somos, que de alguna forma nos identifiquemos o aproximemos a lo bueno y a lo malo de cada uno de ellos. Es probable que una versión más ácida o menos confortable de la enfermedad la hubiera podido presentar con verdades más crudas y con heridas más profundas. Sin duda, pero también está claro que el propósito de Lo que fuimos no es el de historiar, en una de sus tantas y posibles variantes trágicas, un caso de Alzheimer. El objetivo de Chomko era detenerse, tan leve como profundamente, en un drama familiar y darle toda su dimensión a través de las visiones antagónicas y complementarias de sus protagonistas. Todo con ese humor inteligente capaz de trastearnos sutilmente de la risa a la reflexión y de la reflexión a la risa. Objetivo alcanzado y potenciado por un elenco talentoso y muy bien compenetrado.
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