La última lecciónAndrés Quintero6.5LO MEJORSu visión relajada pero a la vez comprometida de la muerte decididaEl magnetismo de sus actricesPoder escuchar de nuevo Et Maintenant en la voz del gran Gilbert BecaudLO MALO Un par de escenas clichesudas que sobran por completoPara convencer y conmover mejor personajes más simples y ordinarios2016-06-296.5InteresanteTÍTULO ORIGINAL: La dernière leçon AÑO: 2015 DURACIÓN: 105 min GÉNERO: Drama, Comedia PAÍS: Francia DIRECTOR: Pascale Pouzadoux ESTRELLAS: Marthe Villalonga, Sandrine Bonnaire, Antoine Duléry, Gilles Cohen, Grégoire Montana El humor es un inmejorable factor de ingravidez. Le quita seriedad a lo que siempre viste de solemnidad y le resta peso a lo que aspira a ser reconocido por su robustez. Asomarse a lo trascendente o incluso a lo trágico con la ligereza de la burla o con el paliativo de una sonrisa es signo de inteligencia y, también, de una despreocupada cordura. Fue con esta idea de lo pando/profundo que en La última lección la directora Pascale Pouzadoux le hincó el diente o, mejor, le posó los labios al delicado tema de decidir por voluntad propia una muerte digna en lugar de los dolorosos avatares de una vejez inclemente o aquellos otros, tan ligados a los anteriores, de una penosa enfermedad. Madeleine (Marthe Villalonga) es una mujer de noventa y dos años que en un estado de relativa buena salud y sobre todo en uso pleno de sus capacidades mentales, decide que ya no tiene mayor sentido seguir trajinando por este mundo y así se lo comunica a los suyos instantes después de haber recibido como regalo, el día de su cumpleaños, uno de esos negros y planos televisores que tanto y tan paradójicamente se han apropiado de nuestras vidas. Como es apenas natural la noticia causa una enorme conmoción y divide a la familia en bandos enfrentados; mientras el uno respeta y acompaña la determinación, el otro la rechaza de tajo. Ambos, claro está, movidos por el amor hacia quien habiéndoles dado la vida hoy quiere quitársela. Al primer grupo pertenece Diane (Sandrine Bonnaire) la hija de Madeleine quien en medio del inevitable dolor decide no hacerlo sufrimiento y opta mas bien por estar y querer a una mamá que no obstante su decisión de partir – o quizás a causa de ella – rebosa vitalidad. De estos días terminales que quizás sean iniciales de algo es que trata, panda y profundamente, La última lección. La combinación drama comedia no es fácil. El antagonismo de los géneros hace que su mezcla ponga en riesgo, de ambos, su propia esencia. En el caso de La última lección la Pouzadoux privilegia no el aspecto cómico de la muerte vista como tragedia, pero sí ese aspecto ligero, sereno y agradecido de una vida cuyo fin se decide con la satisfacción de la tarea cumplida. Esta elección de enfoque hace de La última elección una película de tono más moralista que cuestionador. El debate ético en torno a la decisión de quitarse la vida se esquiva y en su lugar lo que la película hace es explorar los mundos afectivos – y sus zozobras emocionales – de los implicados en este tipo de determinaciones. Esta determinación de rumbo era absolutamente válida por aquello del valor de no darle tanto valor a las cosas. Sin embargo el resultado es un collage de escenas donde la forma se le impone al fondo y en las que la directora apela a lugares comunes para ganarse el beneplácito fácil de los espectadores. Privilegiar el aspecto leve del drama no implica banalizarlo sino, por el contrario, mirarlo desde otra óptica que sustrayéndole peso le reconozca, desde la sonrisa, toda su importancia. Reconociéndole sus méritos, este difícil balance se le escapa de la manos a La última lección. Con más recargo del que hubiera sido deseable, la historia se recuesta en el binomio madre-hija y deja fuera de la trama a los demás personajes que terminan apenas orbitando alrededor de estas. Las actuaciones de Marthe Villlalonga y de Sandrine Bonnaire son más efectivas y denotan su profesionalismo y trayectoria. Lo que pasa, y no es infrecuente con este tipo de roles, es que el temperamento de sus actrices les resta credibilidad a los personajes. Distinta y quizás más eficaz hubiera sido esta última lección con personificaciones más anónimas y cercanas. El tema lo merecía. Con todo, La última lección es una película honesta y simple que tiene el inmenso valor de acercarse desde un plano más vivencial, sensible y valiosamente femenino a esa opción, tan discutible como respetable, de no seguir viviendo como un gesto agradecido con la vida misma.
Debe estar conectado para enviar un comentario.