La tierra y la sombraHumberto Santana9LO MEJORLa conducción de la historia, la forma austera pero contundente en que se nos revela, retratando paralelamente realidades e idiosincrasiasLa fotografíaLO PEORQue Cannes la haya aclamado antes que nosotros2015-07-239NotableOTROS TÍTULOS: Land and Shade AÑO: 2015 DURACIÓN: 94 min GÉNERO: Drama PAÍS: Colombia DIRECTOR: César Augusto Acevedo ESTRELLAS: Haimer Leal, Hilda Ruiz, Marleyda Soto, Edison Raigosa, José Felipe Cárdenas Dicen que nadie es profeta en su propia tierra. Si el director César Augusto Acevedo y su película La tierra y la sombra debían ser elogiados y premiados primero en el viejo mundo para luego ser reconocidos en Colombia, o si simplemente fue como se dieron las cosas, pasa a un segundo plano. Todo el reconocimiento y los premios ganados son más que merecidos. La historia comienza cuando Alfonso, un hombre en el último tercio de su vida, decide volver a la tierra de la que se fue hace muchos años, a la casa donde aún viven su abandonada esposa, su hijo y su mujer, y un nieto que hasta ahora conocerá. La fracción de tierra está asfixiada por las plantaciones de caña de azúcar. Una casa campesina y un gran árbol con una banca de palo son lo único que queda en medio de este mar de caña, todos los demás se han marchado. La ceniza de las constantes quemas de la caña cae como lluvia perpetua y lo tizna todo, al mismo tiempo que invade los pulmones del hijo, quien permanece ahora en cama, enfermo y aislado. El retorno de Alfonso iniciará su intento de reconstruir los lazos familiares y de encontrar el mejor destino para su abandonada familia, aún viéndose obligado a adoptar una postura recesiva ante la dominancia de la mujer que dejó años atrás. El ciclo de vida de la caña, su siembra, su cosecha y su fin convertida en ceniza, parece marcar también el ciclo de vida de esta familia, aferrada a la tierra que siempre fue suya, luchando por conservarla en contra de los grandes agricultores, pero al mismo tiempo subsistiendo mediante el trabajo inclemente en la plantación que los circunda, mientras presencian cómo la ceniza se quiere llevar a uno de los suyos. Enmarcada en una gran fotografía, pausada y serenamente se empiezan a desentrañar los hilos que tejen esta historia. Diálogos breves pero justos, muchos silencios y una cámara experta, revelan en forma austera pero contundente (en algunos momentos con gran emotividad), el interior de los protagonistas, mientras la película hace un retrato, acaso un poema, de la idiosincrasia campesina colombiana, de la bondad de sus gentes, del amor por la tierra, del apego, de los lazos de familia, de la fuerza de la mujer campesina, de cómo el progreso amenaza con desaparecerlos, del abandono por parte de las instituciones del que son objeto. Una tragedia expuesta con gran belleza, impregnada de realidad y de metáforas, que en ocasiones rayan en el realismo mágico. El cine austero parece estar predestinado para tan solo unos pocos. Parecería que no todo el mundo quiere leer detrás de su ritmo pausado y de la aparente simpleza de la historia, de las actuaciones o de sus diálogos. Si los cuatro premios que hasta ahora se ha llevado esta película, incluyendo la Cámara de Oro en Cannes (mejor ópera prima de un director), sirven como iluminación de lectura para La tierra y la sombra, bienvenidos sean estos y otros premios más. Aunque sin duda no los necesite para refrendar su calidad.
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