La defensa del dragónAdriana Bernal Mor7.5LO MEJORLogra cautivar por la apuesta al viaje en el tiempo desde el estancamiento de los personajes, los escenarios, las ideas y las rutinas. LO MALOAlgunas actuaciones hacen que por momentos se desconecte un poco, pero en general se logra una atmósfera muy real y fácil de sentir y asimilar. 2017-07-277.5BUENA AÑO: 2017 DURACIÓN: 79 min GÉNERO: Drama PAÍS: Colombia DIRECTOR: Natalia Santa ESTRELLAS: Gonzalo de Sagarminaga, Hernan Méndez, Manuel Navarro El pasado mes de mayo, la Quincena de Realizadores de Cannes tuvo por primera vez en su selección oficial una película colombiana: La defensa del dragón. Natalia Santa hacía su debut como directora en uno de los certámenes más importantes del mundo, encantando con una película que parece detener la vida y los personajes en el tiempo. Es una historia que desde un principio crea un choque muy interesante, porque es evidente que se cuenta en el presente, pero desde el primer escenario que aparece en la pantalla es fácil transportarse a otra época, una que evidentemente ya no hace parte de la cotidianidad y podría decirse de la contemporaneidad. Tanto los personajes, como sus rutinas y pensamientos son de otros tiempos, a pesar de que luchan por seguir vivos en un mundo que se los come por completo. Un club de ajedrez, una relojería y un consultorio son los escenarios en los que transcurre la mayoría de la película y en los que se evidencia esa añoranza de lo que fue la vida, de los fracasos imposibles de remediar y de la necesidad de encontrar algún espacio en medio de un mundo que ya no los hace suyos. Con tiempos muy lentos, que efectivamente hacen también referencia a ese contraste entre la rapidez de la ciudad y la calma del recuerdo, La defensa del dragón es una película que respira por si sola, que permite sin afán la exploración de cada situación, acción y momento. Genera al mismo tiempo diversas interpretaciones, permitiendo que el espectador se tome el tiempo de observar cada detalle del contexto, para así dar más peso a los personajes y a su intrínseca y fracasada idea de que “todo tiempo pasado fue mejor”. El color, el trabajo de arte y fotografía se complementan perfectamente con la apuesta temática de la película. Hay un cuidado especial porque cada detalle que aparezca en la pantalla juegue con ese concepto del pasado, más que todo de ese pasado que no se quiere soltar ni olvidar nunca. Los personajes en sí, son la muestra del fracaso de la genialidad, del fracaso de la negatividad y de la resistencia. Son personajes absolutamente vacíos en sus vidas, que materializan sus miedos en obsesiones y cada uno, en su área de trabajo, prefiere luchar sólo por ello para perderse completamente del resto de la humanidad. No hay amor, no hay deseos, no hay sueños ni metas por cumplir. Aquí Samuel, Joaquín y Marcos son la reivindicación de aquellos que aún en la capital se levantan para mantener vivos lugares, momentos y escenarios que para el común de la gente están muertos, pero que para ellos son el motor y la razón por la cual vale la pena seguir todos los días.
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