La bodaAndrés Quintero 7LO MEJORSu tono honesto y respetuosoLa actuación de Lina El ArabiLO MALOSu desenlace inesperado pero a la vez algo forzado 2017-11-017BuenaTÍTULO ORIGINAL: Noces AÑO: 2016 DURACIÓN: 1h 38min GÉNERO: Drama PAÍS: Bélgica DIRECTOR: Stephan Streker ESTRELLAS: Lina El Arabi, Sébastien Houbani, Babak Karimi, Nina Kulkarni, Olivier Gourmet Pensándolo bien no es tan difícil imaginar que en pleno siglo veintiuno siga existiendo la tradición de que los padres le impongan marido a la hija que está en edad de merecer. Y no lo digo solo por la costumbre ancestral de los pueblos islámicos, sino también por aquella otra más agazapada de las culturas occidentales en las que también los padres direccionan, mucho más de lo que pudiera creerse, la escogencia matrimonial de sus hijos. En un mundo cada vez más libertario y abierto, cualquiera tildaría de aberrante una injerencia de este tipo y condenaría que en una decisión tan íntima y personal se entrometan personas distintas a los contrayentes. Sin embargo tras tan nobles declaraciones se oculta – y ocultará siempre – ese deseo paternal de orientar – cuando no de claramente reconducir – la decisión de hijos cuando toman la decisión de construir su propia familia. La boda, última película del director belga Stephan Streker, cuenta la historia de Zahira una joven paquistaní que ha crecido con la doble influencia de una familia aferrada a sus tradiciones de origen y credo religioso y de un contexto socio-cultural, el belga en este caso, que la ha sumido en ese torrente occidental que encomia, a la par, el avasallamiento de la tecnología y la libertad a ultranza. Zahira tiene ya dieciocho años y sus padres están empeñados en que se case con un paquistaní para preservar esa tradición que la inscribirá en un modelo sabido y probado, sino de felicidad, al menos sí de subsistencia tribal. Nada malo ven en que sean ellos mismos quienes guíen su escogencia de marido. Atemperan y modernizan su decisión poniéndola a escoger entre tres candidatos y permitiéndole que los entreviste, porque están en Pakistán, por skype. Zahira se rebelará contra semejante ignominia por absurda e inaceptable y le hará saber a sus padres que no será títere de sus manipulaciones sentimentales. A partir de este planteamiento Streker arma una historia que gira de principio a fin en torno a las dudas que asaltan sin pausa a su protagonista. A la vez que le parece un enorme sinsentido la imposición de sus padres, intuye en ella un oculto sentido, un inconfesable valor. Como expresión de su rebeldía y su preciada autonomía, se escapa con su novio y juntos atraviesan en moto alguna campiña belga para luego sentir la necesidad de tender su tapiz y orar en dirección a la Meca. En la noche, de fiesta con sus amigos, deja que su pelo negro ondee al ritmo frenético de la música para luego cubrirlo a la salida con su hiyab . Pero la prueba más desgarradora de esta confrontación de ideas y sentires la experimenta cuando tiene que decidir la suerte del bebé – o del embrión – que lleva dentro. A la vez que anhela levantar vuelo, desea conservar el calor del nido. A sus vacilaciones y apegos, a la tradición y a su propia familia, Zahira sabrá anteponerles sus ideales y convicciones y eso tiene su recompensa pero también, y no exiguo, su precio. La boda no es, como a simple vista pudiera pensarse, una película íntima o sicológica. Es una película directa y comprometida, no con una causa específica, pero sí con aquella otra, más imprecisa y difuminada, llamada la condición humana en la que confluyen, contradictoria y dialécticamente, la fe y el escepticismo, la sumisión y la rebeldía, la tribu y el individuo. La línea fácil hubiera sido – y afortunadamente no lo fue – apabullar con la fría y libertaria razón una tradición, al menos para nuestra cultura, descabellada, discriminatoria e injusta. Streker no se conformó con la fórmula tradicional de la denuncia intelectual y liberal sino que bajó – o quizás subió – un escalón y al menos intentó averiguar por la razón oculta en lo que a primera vista carece por completo de ella. En su papel de Zahira, Lina El Arabi logra una actuación sobria y convincente que permite, con el tono de discreción y mesura que atraviesa toda la película, un buen contraste con el resto del elenco. Con tomas extensas y acentuados acercamientos, la cámara de La boda le resta importancia a los diálogos y se lo da a la sensación, a la convulsión de sentimientos. El resultado es una película honesta y respetuosa que se asoma a dos mundos enfrentados para mostrar como en cada uno de ellos pareciera ondear la bandera de su propia razón. La boda no emite juicios, se limita a retratar situaciones a través de unos personajes marcados por la confrontación permanente de sus principios y valores. Será el espectador el que tendrá que construir su propia valoración con la seguridad de que al hacerlo siempre le quedará la certeza de que la verdad, como valor absoluto, nunca pertenecerá a una valoración específica. La verdad no la tiene ninguna de las miradas opuestas; la verdad no es otra que la tensión que las enfrenta.
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