Entre todo un abanico de personalidades y creaciones, me encuentro yo, indeciso por elegir qué director será merecedor de estas sinceras palabras. Y al contrario de lo difícil que pareciera ser, a mi cabeza llegan dos palabras de manera directa: Stanley Kubrick. Sin duda, este es uno de los directores más destacados del siglo XX, quien aportó decisivas obras al terreno cinematográfico, nutriéndolo y dándole vida. Dedicando su existencia a este arte, y obsequiándonos una exploración impresionante por mundos paralelos.

Empezamos así este viaje fantástico en las entrañas de la Gran Bretaña, la cual da vida a la ruidosa historia de A Clockwork Orange o bien conocida en español como La Naranja Mecánica. Una obra que de entrada nos quita las palabras con el primer diálogo de su protagonista Alex. Ahí estaba yo. Es decir, Alex y mis tres drugos. O sea Pete, Georgie y Dim. Estábamos sentados en el Korova Milk Bar, exprimiéndonos las rasureras para encontrar algo con que ocupar la noche. En el Korova Milk Bar servían lacta plus. Leche con velloceta o con dencromina… que es lo que estábamos tomando. Eso nos aguzaba los sentidos y nos dejaba listos para una nueva sesión de ultra-violencia[1]

Ya desde esta particular entrada, nos vemos involucrados en un universo único, lejano al cotidiano, uno regido por determinadas reglas, las reglas impuestas por el joven Alex, que respondiendo a su carisma, lidera el inescrupuloso grupo de drugos. Él, junto con el espectador, recorrerá los más profundos y oscuros deseos de la naturaleza humana. Sexo, drogas y violencia van a ser los elementos que se evidencian de manera más explícita dentro de su narración, sin miedo, expone al hombre sin ninguna atadura, y con una fuerza transgresiva, lo lleva al límite. Sin embargo, la historia nos lleva también a asuntos más profundos, asuntos de autoridad, de crítica, nos revela la cruda respuesta del estado contra este indisciplinado ser antisocial, inadaptado, quien sufre un tratamiento de reformación creado por la fuerza estatal a manera de experimento. Alex es sometido a uno de los tratamientos de rehabilitación más extremos, el tratamiento Ludovico.

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Este procedimiento ficticio es creado por el mismo director, uno que de manera inusual altera el inconsciente del personaje, quien es sometido a imágenes fuertes, de terror y de violencia, del nazismo por ejemplo, acompañadas por música clásica, la misma que él disfruta, por jornadas largas e intensivas. Alex es obligado a un máximo de atención, atado a una silla y con sus ojos más abiertos de lo normal, se ve expuesto a un golpe psicológico que definitivamente atenta con su salud mental.

Kubrick juega con diferentes estéticas, todas dominadas por lo grotesco, mostrándonos las pasiones más bajas del hombre sin ninguna anestesia. Reproduce escenas escandalosas de violación y maltrato, condimentadas con el placer absoluto por parte de los perpetradores.

Todas estas paradójicas situaciones son acompañadas por un despliegue de elementos cinematográficos que potencializan la historia, que ya de por sí, expele vida. La música es un factor decisivo en su composición, una exquisita selección musical predominada por música clásica, da nuevos significados a las imágenes. Esta tiene importancia tanto dentro de la película como afuera. Alex, un fanático a Beethoven, de la Sinfonía nº9 en particular, expone esta pieza musical como una obra de arte, y es realmente sorprendente el hecho de que con ese misma tonada lo torturan.  Además, un recurrente uso de la música al estilo anempático es lo que hace que la historia cobre nuevos valores, nuevos sentidos. Qué más atortolador que imágenes violentas acompañadas de una melodía clásica hecha por Beethoven. O unas botas punteras deformando la cavidad estomacal de una persona mientras Singing in The Rain es cantada. La imagen nos dice algo, la música otra cosa, en un mix explosivo que rompe todo convencionalismo.

Con esto, cerramos el capítulo en la vieja isla británica, para trasladarnos ahora al nuevo mundo, a los rocosos de Colorado en Estados Unidos, pasamos ahora a terrenos oscuros, de miedo y terror con The Shining, una obra que desde sus inicios muestra ese tinte de suspenso en su música, mezclada con la sospechosa actuación de su protagonista Jack Torrance, interpretado por el aclamado actor Jack Nicholson. Historias de asesinato, ríos de sangre y la rara habilidad del hijo del protagonista, son lo que nos sumerge en este intrigante mundo, listo para abordarnos de una manera efectiva.

the_shining_3Planos sofocantes, música oscura, actuaciones expresivas configuran este pequeño universo bajo el laberíntico hotel donde se hospeda la familia Torrance. Escenario donde el protagonista lentamente pierde su cordura por el aislamiento y la rara energía que posee el lugar, mientras que su hijo Danny quien tiene la rara habilidad de El Resplandor, prevé situaciones futuras y visualiza hechos pasados, su inocente cabeza sospecha la decaída mental de su padre, y su futuro ataque a él y a su madre, sin embargo, se ve amilanado por la figura paterna, quien asegura no enloquecer.

 

Es la película del genero terror que mejor lo ha hecho, a pesar de las numerosas críticas que tuvo. Otra película más de Kubrick para la lista del cine de culto.

 

Y finalmente aterrizamos en el pueblo de Parris Island en Carolina de Sur, Estados Unidos, para presenciar la exigente vida del recluta. Full Metal Jacket, inspirada en la novela The Short-timers de Gustave Hasford, cuenta la historia de un grupo de soldados bajo el mando de un inescrupuloso sargento Hartman, quien los alista para ser máquinas de guerra. Caracterizada por su humor negro, la película abre con una divertida escena, la cual muestra uno de los aspectos más emblemáticos del servicio militar, las cabezas rapadas.

Dividida en dos, la película muestra en su primera parte la vida de los cadetes en los cuarteles, siendo entrenados física y psicológicamente para ser soldados. La segunda, dentro de la guerra de Vietnam.

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Llama la atención en la primera parte, el repertorio ilimitado de insultos y maltratos hechos por el sargento Hartman. Una realidad que parece exagerada puesta en pantalla, llevada a cabo con un tono humorístico. De nuevo nos vemos cómplices de una obra irónica, crítica y divertida. Kubrick logra una increíble mezcla de música con las duras situaciones que tiene que pasar el soldado, para de esta manera crear nuevos símbolos y significados. Es una constante que Kubrick elija las música para sus películas y con esto, logra trascender cualquier literalidad que se pueda distinguir en las imágenes, con una acertada combinación de estos dos elementos, nuestro director crea ese mensaje nuevo, perspicaz y más que nunca, crítico.

Así transcurre este primera parte, en la que los delgados reclutas luchan por un puesto en la brigada a batallar. Son puestos a prueba hasta su límite para aguantar lo duro que puede llegar a ser la guerra, y así, lentamente se va descubriendo el protagonista de este capítulo, quien de manera progresiva va mostrando visos de locura. Leonard, el típico obeso dentro de la escuadrilla, quien sufre los constantes maltratos del sargento, al final y paradójicamente, en su último día de entrenamiento acaba con la vida de este y la propia.

De esta manera, encontramos que dentro de la psicología de los personajes que trabaja  Kubrick siempre se desarrolla la locura, la naturaleza humana es llevada a su más decadente forma, de manera tal que no hay control físico ni psicológico por parte de los personajes . Alex, Jack y Leonard no son más que un claro ejemplo de ese ser humano fastidiado de las reglas universales, de la cotidianidad, de lo contradictorio de la vida. Son quienes deciden actuar en contra de la corriente y ejercer el cambio en sus propios términos, por ello su protagonismo.

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Luego, en la segunda parte, nos hallamos en la guerra como tal. Disparos, muertes, explosiones son los elementos que resaltan como la típica película de guerra, sin embargo Kubrick se inmiscuye más en la caracterización de personajes, para de esta manera revelar los verdaderos problemas que hay detrás de este tema, que más que muertes, es el impacto que este hecho tiene en la vida de las personas. Como máquinas de muerte son reprogramados estos caballitos de guerra que de manera sutil muestran rasgos de bondad, o más bien de unidad con su batallón. Además de dejar ciertas preguntas en el aire acerca de la guerra. ¿El hombre llegará a la paz por medio de la guerra? Y bueno, varias más circunstancias que nos hacen dudar de la legitimidad militar.

Así pues, acabamos con este recorrido por las películas más memorables de nuestro director Kubrick, quien con una vena literaria, nos ha dejado un nuevo legado impresionante. Una grandísima inspiración para mí, y una muestra del poder de la menta humana para la creación artística.

[1] La Naranja Mecánica, Stanley Kubrick – Primera escena

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