Hotel MumbaiAndrés Quintero7LO MEJORSentirse uno más de los huéspedes atrapadosSu impecable producciónSin otra pretensión, ser lo que es: un muy buen thriller de acciónLO MALODe lado y lado, cierta debilidad en los personajesSin salirse de lo suyo, no haber explorado un poco más las razones - y las sinrazones - del ataque.2019-06-047BuenaTÍTULO ORIGINAL: Hotel Mumbai AÑO: 2018 DURACIÓN: 2h 5min GÉNERO: Thriller, Drama PAÍS: Australia DIRECTOR: Anthony Maras ESTRELLAS: Armie Hammer, Dev Patel, Jason Isaacs, Nazanin Boniadi, Angus McLaren,Anupam Kher, Natasha Liu Bordizzo, Tilda Cobham-Hervey, Suhail Nayyar Expande el radio de atracción de una película, saber que lo narrado en la pantalla sucedió alguna vez en eso que ambiguamente llamamos la realidad. Más allá del grado de fidelidad con unos hechos efectivamente sucedidos, no deja de impactar, en beneficio de la comunicación película/espectador, que sea de la realidad de donde se tomen esas historias que dejan traslucir, con un eclecticismo abrumador, lo mejor y lo peor de la estirpe humana. Año 2008. Mumbai, India. Hotel Taj Mahal Palace. Como parte de una escalofriante escalada terrorista que azota varias ciudades de la India, en Mumbai un puñado de jóvenes irrumpe estrepitosamente en el lujoso hotel. Van armados hasta los dientes. La voz que vía celular comanda el operativo lo compele a matar en nombre de Alá. Desde el comienzo de la película y como suele suceder en todas aquellas que transcurren en la India, sobresale el contraste entre la miseria y el caos que pululan en sus calles y el esplendor milenario de su arquitectura y, en general, de toda su colorida y misteriosa cultura. En este caso la desemejanza es entre los rostros iracundos, sombríos y sucios de los terroristas atacantes y las caras amables, lozanas – muchas extrajeras – y bellas de los huéspedes y empleados del hotel. En su debut con Hotel Mumbai el director australiano Anthony Maras logra un relato con muy buen y sostenido nervio durante las dos horas de proyección. Nadie va a pestañear siquiera un instante y me atrevo a decir que es muy difícil, pero sobre todo una necedad, no dejarse llevar por su ritmo atrapante. No hay baches en su secuencia narrativa y el equipo de producción hace un trabajo impecable que aprovecha la majestuosidad de ese tótem arquitectónico que es Tal Mahal Palace, al que ponen a arder mientras en su interior bulle una angustiosa batalla por la vida y por los supuestos ideales que dicen animarla o justifican destruirla . Algunos le reprocharán a Maras no haber ahondado en el trasfondo de esta crisis, no haber profundizado en las razones y en las sinrazones de estos ataques y haberse quedado, como efectivamente se quedó, con la emoción periférica propia del thriller de acción. Sobre eso solo me atrevo a decir que el cine es y será siempre una cuestión de miradas y que eso implica, no por reducción pero sí por decisión, una escogencia de foco y, por ende, una inevitable dejación de otros puntos de atención. En Hotel Mumbai, Maras eligió el pálpito del momento, la angustia circunstancial, la incertidumbre del desenlace, la fuerza de la confrontación. Pudo haber optado por la otra historia, la de las causas, la de las ideologías y sus siempre esquivas razones. No lo hizo y eso no demerita su trabajo, lo que hace es situarlo, privilegiadamente, en la estantería cinematográfica elegida por Maras. Eso no le impide al espectador preguntarse, en el fragor de la emoción, qué diablos, de dioses disfrazados, jalonan a veces la conducta de los seres humanos. Sin embargo la fuerza de Hotel Mumbai no está en el análisis de causas y efectos sino en este torrente de adrenalina circulante por doquier y responsable de hacer sentir al espectador como uno más de los atrapados por la insania religiosa en ese majestuoso hotel. Sin escribir páginas inmortales, el reparto cumple su misión. En su papel de empleado del hotel y héroe de la cruenta jornada, Dev Patel hace lo que tan bien sabe hacer: conquistar con su ángel y su indiscutible carisma. Lo acompañan los bonitos de rigor: Armie Hammer, Nazanin Boniadi y Tilda Cobham. Los primeros un matrimonio encerrado en la convulsión y la tercera su heroica niñera que intentará sacar sano y salvo de semejante infierno al crío que les cuida. En su papel de malo/bueno Jason Isaacs logra un giro actoral que condimenta la simpleza de sus compañeros de fórmula. Pero claramente Hotel Mumbai no es ni pretende ser una película de actuaciones; es una película de tensiones y de un ritmo asfixiante que sobresale por mantener bien templada la cuerda durante todo el relato y por hacerle sentir al espectador que, de llegar a reventarse, algo le estallará en plena cara. Las tomas, internas y externas, del hotel son impactantes y la producción logra un clima convincente y envolvente de permanente nerviosismo. Sin apelar a otro tipo de artilugios, lograr y mantener esta atmósfera es todo un logro cinematográfico. Hoy una noche en el Taj Mahal Palace de Mumbai vale más de un millón de pesos. Si quiere, por menos de veinte mil pesos, Hotel Mumbai le garantiza unas horas intensas de hospedaje. No se sentirá defraudado, lo puedo asegurar.
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