FrantzHumberto Santana7.5LO MEJORLa fotografía, las actuaciones y el planteamiento caraterístico de OzonLO MALOLa sensación de cierto faltante que hubiera podido hacer de esta película una obra de aún mayor calibre2017-05-117.5BuenaAÑO: 2016 DURACIÓN: 1h 53min GÉNERO: Drama / Suspenso PAÍS: Francia / Alemania DIRECTOR: François Ozon ESTRELLAS: Paula Beer, Pierre Niney François Ozon es uno de esos directores que imprime un sello personal a sus películas. Si bien Frantz es diferente en muchos sentidos a sus trabajos anteriores, es al mismo tiempo una película inconfundible del reconocido cineasta francés. En su narrativa meticulosa, a pesar de valerse de un argumento intrigante que engancha (una mujer ve como la tumba de su difunto prometido, un soldado alemán muerto en combate por los franceses durante la Primera Guerra Mundial, es visitada frecuentemente por un hombre desconocido), la verdadera sustancia de su película está en la sicología de los personajes, en recorrer los rincones más apartados de sus (humanas… o torcidas?) mentes, dándole ese tono sorprendente y bizarro tan característico de sus películas. Frantz combina atípicamente diferentes elementos, pasando del misterio al drama, del sutil e intrigante suspenso al melodrama crudo, ese melodrama digno de las mejores telenovelas mexicanas o venezolanas de hace algunas décadas. Y no solamente lo hace sin ningún tipo de rubor, sino que lo lleva a cabo con seguridad y cierta elegancia, conformando una película que aunque tendrá en igual medida admiradores y detractores, al examinarla de cerca será difícil negarle su autenticidad. En detrimento de cualquier texto que quiera hablar de ella, ahondar en las grietas sicológicas que aprovecha de sus personajes, o en los giros que alterna la historia, sería echarla a perder para quien no la haya visto aún. Uno de los aspectos más llamativos de la película es la meticulosidad con la que está recreada. El impactante blanco y negro (que le hizo ganar un premio Cesar) es en si mismo razón suficiente para disfrutarla en una sala de cine; pero más allá de esto, la escenografía, la utilería, los vestidos, el maquillaje y hasta el sonido, crean la placentera sensación al espectador de estar viendo hoy un clásico de los cuarentas; retro y contemporáneo al mismo tiempo. Pero quizás el mayor acierto de Ozon haya sido la selección de su elenco. La bellísima Paula Beer y el perturbado Pierre Niney, además de entregar actuaciones sólidas, vitales y balanceadas, tienen cada uno ese carisma particular que no se puede fabricar o fingir, ese carisma con el cual un actor nace o no, indispensable en este caso para convertirse en los pilares fundamentales de la obra de Ozon y redondear un planteamiento en cierta medida arriesgado y, en todo caso, diferente.
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