El irlandés
Andrés Quintero9
LO MEJOR
  • La cámara porque parece que no existiera
  • La última media de la película. Magistral
  • De Niro y Pesci
LO MALO
  • Las pocas salas en las que la están proyectando
9Muy buena

TÍTULO ORIGINAL: The Irishman

AÑO: 2019

DURACIÓN: 3h 29min

GÉNERO: Drama, Thriller

PAÍS: Estados Unidos

DIRECTOR:  Martin Scorsese

ESTRELLAS: Robert De Niro, Al Pacino, Joe Pesci, Stephen Graham, Harvey Keitel, Bobby Cannavale, Anna Paquin, Ray Romano, Kathrine Narducci, Jesse Plemons

Muy en el tono de estos días, arrancan estas líneas con una protesta: es inaceptable que una película como El irlandés solo se esté proyectando en un par de salas de la capital. Repaso la cartelera de ciudades como Cali, Medellín y Barranquilla y no la encuentro. Supongo que esto se debe a temas de distribución o a algún otro vericueto del intrincado mundo de la comercialización cinematográfica. Lo cierto es que es una verdadera lástima que una película de esta magnitud no tenga la difusión que sin lugar a dudas merece. Espero que el sistema reaccione y que esta epopeya del gran Scorsese llegue pronto a muchas otras salas de Bogotá y del resto del país.

El irlandés es un recorrido maratónico, pero no extenuante, por un pedazo muy importante de la vida de Frank Sheeran (Rober de Niro) un veterano de la segunda guerra mundial que terminó involucrándose, muy a su estilo, en las telarañas del poder, tanto del poder oficial como de ese otro, el poder subterráneo o, para utilizar el término que tanto apasiona a Scorsese, mafioso, que siempre se agazapa tras el mando institucional . Su indescifrable e indefinible oficio lo llevó a codearse con grandes figuras de los escenarios político, social y sindical de un país, los Estados Unidos de los sesentas y setentas, en estado de permanente efervescencia. En esa trayectoria, convulsa y accidentada, conoce a Russell Bufalino (Joe Pesci) y al líder sindical Jimmy Hoffa (Al Pacino) . El primero, su protector y el segundo, hasta donde la vida y las circunstancias se lo dictaron, su entrañable amigo.

El irlandés es, en su máxima y mejor acabada expresión, Scorsese al cien por ciento. Cada toma de la cámara, cada diálogo, cada mirada, condensan ese estilo inconfundible de un cineasta verdaderamente de talla mayor. Es increíble su destreza para retratar los detalles, los rostros y, en general, toda una cultura que supo amalgamar vicios y valores. Las más de tres horas que dura la película nunca resultan pesadas o excesivas. Lo dice alguien que no termina de entender el difundido vicio de hacer películas innecesariamente largas.

Por supuesto hay que hablar del binomio protagónico. De Niro y Pacino. Dos monstruos que se comen la pantalla socorridos por la magia de una digitalización que los desliza mágicamente en el tiempo . El irlandés les rinde tributo y ellos a su vez se lo rinden a Scorsese, el icónico director que tanto tuvo que ver con su consolidación como actores. Entre los dos me quedo con De Niro que logra un personaje, de punta a punta, contundente. Suficiente para borrar sus varios desvaríos actorales en películas del montón. Pacino, como siempre, impactante pero a mi juicio atrapado desde hace mucho tiempo en el mismo personaje. Sería injusto dejar por fuera a Pesci. Sin las luminarias que siempre se posan en los otros dos, su trabajo es espectacular. Actoralmente siempre es más difícil y por eso mismo más valioso, representar personajes planos u ordinarios que personajes con alguna excentricidad o con una que otra nota de marginalidad o locura. Para Pesci y su gran Bufalino, aplauso cerrado.

Pero si El irlandés es el súmmum de la tradición scorseseana, su gran valor es que también es más que eso. En el último tramo de la película, en su última media hora, Scorsese recoge velas y se adentra en un territorio inexplorado en su obra : el ocaso de sus héroes, el acoso de la vejez, la inminencia de la muerte. Ese giro final le da a toda la película un tono reflexivo o, como bien lo han descrito algunos, un acento crepuscular. Y es precisamente ese toque el que hace de El irlandés un trabajo cinematográfico en el que Scorsese además de ratificar todo el talento que ya le conocíamos, lo escala a otro nivel con una mirada magistral de la condición humana, de esos seres que después de sublevarse ante todo, piden,  en la soledad de su habitación y para no sentirse solos, que no les cierren la puerta . Un maestro demostrando que lo es porque sigue, a los setenta y siete años, buscando la maestría.