Drácula, de Bram Stoker
Melisa Castellanos8
LO MEJOR
  • La idea de que el amor es un fuerza más poderosa de lo que somos capaces de aceptar
  • La fotografía, el maquillaje y los efectos especiales
LO PEOR
  • El romanticismo a veces anula la pasión
  • Un detalle menor: algunas actrices usan esmalte… que para la época... no había sido inventado
8Muy buena

Drácula de Bram Stoker_0TÍTULO ORIGINAL: Dracula

OTROS TÍTULOS: Bram Stoker’s Dracula / Drácula

AÑO: 1992

DURACIÓN: 128 min

GÉNERO: Terror, Romance

PAÍS: Estados Unidos

DIRECTOR: Francis Ford Coppola

ESTRELLAS: Gary Oldman, Winona Ryder, Anthony  Hopkins,  Keanu Reeves, Richard E. Grant, Cary Elwes, Billy Campbell

 

El príncipe Vlad III (Gary Oldman) parte a defender su iglesia, dejando a la merced a su amada Elizabeth (Wynona Ryder), quien al ser engañada por el enemigo, cree erróneamente que su amado ha muerto. Ella, para dar fin a ese insoportable dolor, se quita la vida. A su regreso, Vlad, quien estaba vivo, se llena de odio y maldice a esa institución que defendió con valentía.  Cuatro siglos después (en el XIX), Vlad se ha convertido en Drácula, un misterioso conde de Transilvania, que lleno de odio, regresa a la vida para encontrar entre los mortales a quien cree puede ser su antigua amada. Así empieza la adaptación del libro Drácula del autor irlandés Bram Stoker que dirigió Francis Ford Coppola, bajo el guion de James V. Hart.

Jonathan Harker, un abogado inglés, visita a Drácula para hacer negocios con él. Por casualidad, por el destino o por ninguna razón (eso se lo dejo al espectador) la prometida de Harker es físicamente igual a Mia, la antigua enamorada del Conde. Esta situación desata toda una historia que empieza a girar en torno al amor, el sexo y la ira. Las decisiones de Mia le van dando forma a una historia maravillosa que vale la pena ver.

La película es tan cautivadora, que aún con elementos básicos de ritmo y música (aunque para algunos puede parecer silenciosa y lenta, ganó un Oscar por edición de sonido), logra tener al espectador envuelto en una historia de vampiros donde a veces se confunden los buenos con los malos, la lealtad con la traición, la justicia con la violencia. Definitivamente el amor no es un tema fácil de tratar en una película, pero aquí nos proponen una visión que, al no ser única, da lugar a una interpretación moral propia.

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El manejo del color es uno de los elementos fotográficos más bellos de esta película. Se logró un producto único al utilizar la gama del rojo en los vestidos, en los ojos de los personajes, en las cortinas de las habitaciones, en los labios de las mujeres, etc. para representar de forma implícita la sangre, que a diferencia de las películas típicas de vampiros, no se ve tantas veces en escena corriendo como lo que es: un fluido.  Ese rojo imposible de ignorar, representa muchos más conceptos.

Esta película tiene unos efectos especiales realmente increíbles para haber sido lanzada en 1992. De no ser por la evidente juventud de Keanu Reeves (Quien representa a Jonathan Harker) y de Anthony Hopkins (Abraham van Helsing), y de los clásicos subtítulos amarillos que hoy son tan difíciles de encontrar,  sería difícil para cualquiera adivinar el año en que fue realizada. Esto puede atribuirse al presupuesto que para la época y el género fuera excepcional: cincuenta millones de dólares.

Como dato curioso esta película me hizo pensar en Irreversible (Gaspar Noe, 2002) que nos deja una idea que reza “el tiempo lo destruye todo”, incluso el amor. Bram Stroker’s Dracula nos propone precisamente lo contrario, y es que el amor lo destruye todo, incluso vence al tiempo. Quizás esa conexión entre dos películas de contextos, temáticas y épocas diferentes se dio de forma inconsciente, para darme cuenta después de que Mónica Bellucci (actriz que representó a Alex en Irreversible) también aparece aquí, en un rol secundario.

Ver este clásico vale la pena. No aburre, no hay buenos, no hay malos, su técnica es casi impecable y la historia es siempre interesante.

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