Dos días, una noche
Autor8
H. Santana (Dirección Distinta Mirada)8
8Muy buena
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TÍTULO ORIGINAL:  Deux jours, une nuit

AÑO: 2014

DURACIÓN: 96 min.

GÉNERO: Drama

PAÍS: Bélgica

DIRECTOR: Jean-Pierre Dardenne, Luc Dardenne

ESTRELLAS: Marion Cotillard, Fabrizio Rongione, Pili Groyne, Simon Caudry, Catherine Salée

Dos días una noche es más, mucho más, de lo que parece ser. Parece ser la simple historia de una mujer que tiene un par de días para que sus compañeros de trabajo, puestos a escoger entre la permanencia de ella en la empresa y un bono de mil euros, opten por ella. Pero es, en realidad, un ejemplo deslumbrante de cómo contar con absoluta sobriedad y contundencia un acontecimiento menor para extraerle – uno no llega a entender bien de donde – todo su potencial narrativo y humano.

Después de una incapacidad laboral por un episodio de depresión, Sandra (Marion Cotillard) se entera que su puesto está en juego. La compañía, rótulo abstracto tras el cual siempre se esconde la voluntad de alguien, decidió preguntarle a los compañeros de Carla, por la democrática ruta de la votación, si preferían su reintegro al trabajo o unos siempre bienvenidos euros de más. Como la consulta se hizo con amenaza velada de despido, una compañera logra que la votación se haga de nuevo. Un fin de semana, dos días y una noche, le quedan a Carla para convencer a esa mayoría, al menos nueve de dieciséis, para que voten a su favor.

DOS DIAS UNA NOCHE AFICHELa película no es otra cosa que el penoso peregrinaje de Carla yendo de puerta en puerta, timbrando aquí y allá y repitiéndole a sus compañeros un guión mal aprendido que deambula entre el ruego , el favor, el agradecimiento y el perdón. Es en el hecho de que Dos días y una noche no sea más que la narración visual de esta ingratísima consecución de votos donde reside, paradójicamente, todo su enorme valor como película. Es sorprendente lo que logra tallar la película a partir de un material tan primario y básico que raya con lo insulso. Sus directores, los hermanos Dardenne (El niño 2005 y El niño de la bicicleta 2011, entre otras) han creado un estilo propio que más allá de definirlos, expresa una manera de hacer cine en la que la carga comunicativa es, por implícita y subjetiva, demoledora; el cine de los hermanos belgas desdeña vestuarios, maquillajes, escenarios e, incluso, actuaciones y diálogos, para recostarse en el suceso anónimo y cotidiano y en todo lo que este es capaz de transmitir siempre que no se lo violente y distorsione. Lo que más se parece a las personas y sus circunstancias son las personas y sus circunstancias. Esta regla de Perogrullo es el principio angular de la cinematografía de los Dardenne.

Dos días y una noche no es un elogio a la simpleza ni es, tampoco, una de esas películas que confunde la sobriedad con el vacío. Es, por el contrario, una película que reivindica el valor de lo ordinario sin apelar a discursos moralistas o a manipulaciones emotivas. Su austeridad y su franqueza dejan una desconcertante sensación de profundidad, esperanza y belleza .

Prueba contundente de todo lo anterior es la misión que los Dardenne le confían al reparto de Dos días y una noche. Vaciarlo todo para expresar una plenitud que no está ni en la palabra fácil, ni en la escena estremecedora. Nada de destellos para que haya verdadero brillo. Sobresale, sin aspavientos y más bien con el mérito de realzar la de sus compañeros, la actuación de la Cotillard. Los Dardenne buscaron a una estrella y la despojaron de lentejuelas y brillos. La redujeron a su más simple humanidad y le pidieron que fuera, sin adorno alguno, esa Sandra devastada, hastiada, decepcionada pero aún ilusionada. Y la Cotillard respondió con un personaje anodino pero estremecedor al que la cámara persigue sin ningún tipo de realce como si tratara de una sombra condenada a repetir, en otras coordenadas, los movimientos de quien la proyecta. Sin el atavío de personajes e historias grandilocuentes, la Cotillard demostró nuevamente con su versatilidad que su brillo, de eso no cabe la menor duda, le viene de muy adentro.