CézanneHumberto Santana6.5LO MEJORLa fotografíaLO MALOLo denso e innecesariamente extenso de sus diálogos2017-10-056.5InteresanteTÍTULO ORIGINAL: Cézanne et moi OTROS TÍTULOS: Cézanne y yo AÑO: 2016 DURACIÓN: 1h 57min GÉNERO: Drama PAÍS: Francia DIRECTOR: Danièle Thompson ESTRELLAS: Guillaume Canet, Guillaume Gallienne, Alice Pol Paul Cézanne no ocupa el lugar que debería dentro de la predilección popular por el arte. Reconocido ampliamente por la crítica (al menos después de su muerte), no alcanza los niveles de popularidad de algunos de los artistas de su época, como Monet, Renoir o Van Gogh, pero su importancia como «eslabón perdido» entre el impresionismo y el cubismo es innegable. Como lo reconocieran artistas como Matisse o el mismísimo Picasso, Cézanne «es el padre de todos nosotros». Seguir la evolución de su pintura desde su periodo impresionista hasta llegar a esa «esencia geométrica» en la simplificación de las formas es fascinante, y muy ilustrativo de la evolución de este periodo. La película de la directora Danièle Thompson, en un giro llamativo, no aborda sin embargo realmente lo relacionado directamente con el arte de Cézanne. Su perspectiva se centra totalmente en la relación del artista con el escritor Émile Zola, diferenciándose de las innumerables producciones biográficas y semi-biográficas de este y otros muchos artistas. En este sentido su título original «Cézanne y yo» (Cézanne et moi) se ajusta mucho más a la idea de la película que la simplificación utilizada en nuestras latitudes. Y si bien el enfoque de Danièle Thompson es interesante y valiente, tocar tan tangencialmente el arte de un genio como Cézanne, su inspiración y sobre todo sus motivaciones, en una película que lleva su nombre, deja una sensación de vacío. Amigos desde niños en Aix-en-Provence, la película describe meticulosamente la evolución de la amistad de los dos personajes. Cézanne, de familia relativamente acomodada, comenzó siendo una especie de protector juvenil de Zola, hasta desarrollar un lazo que, como ellos mismo lo dijeran, era más cercano al de hermanos. A medida que la vida cambió para ambos -el éxito del escritor y el rechazo en vida de la pintura del artista- su relación se transformó en una mezcla que incluyó tanto admiración mutua y hermandad, como grandes resquemores y rivalidades. Si bien la película presenta un aspecto claro al que se le puede atribuir el comienzo de las diferencias entre los dos -el que Zola inspirara parte de su obra en el personaje de un pintor (que sería Cézanne), fracasado y lleno de detalles ficticios que lo harían quedar mal- es evidente y al mismo tiempo atrayente el que sus diferencias fueran más allá de esto. Evidenciar la complejidad de su relación es uno de los mayores logros del filme. Las actuaciones de los protagonistas son intachables. Tanto Guillaume Canet en el papel de Zola como Guillaume Gallienne (quien ya nos había deslumbrado en la fantástica Guillaume y los chicos, a la mesa!), en el papel de Cézanne, plasman personajes auténticos y cercanos, transformando en seres de carne y hueso este par de iconos míticos de la cultura universal. Como los artistas, curiosamente la película es al mismo tiempo muy visual y muy «literaria». Sus diálogos son tan exhaustivos como densos, lo cual por sí solo no implica nada negativo, pero en varios tramos giran extensiva e innecesariamente en torno a lo mismo, quizás sin ese toque de magia artística -que tanto Zola como Cézanne plasmaron en un sus obras- capaz de sostener el interés y redondear la sensación placentera que pueden producir pinturas, libros y películas. Por último, no se puede dejar de mencionar que la fotografía es impecable. Los paisajes dejan sin aliento, y es notable cómo la película captura esa luz especial, tan característica de Aix-en-Provence y que atrajo a tantos artistas impresionistas de la época. Un detalle para nada menor y muy llamativo es como, de una forma muy sutil, captura brevemente en pantalla imágenes reales que evocan algunos de los cuadros de los artistas de la época, incluyendo por supuesto algunos de Cézanne, haciéndonos imaginar cómo habrían sido esos momentos que inspiraron tantas obras inmortales.
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