Cake: Una razón para vivir
Andrés Quintero6
LO MEJOR
  • La versatilidad de la Aniston y su otra y más perdurable belleza
  • Aunque tímida, la incursión en el universo del dolor femenino
LO PEOR
  • La atención injustificada y desmedida al cambio interpretativo de la Aniston.
  • El desaprovechamiento de una historia que daba para más
6Interesante

CAKE AFICHETÍTULO ORIGINAL: Cake

AÑO: 2014

DURACIÓN: 102 min

GÉNERO: Drama

PAÍS: Estados Unidos

DIRECTOR: Daniel Barnz

ESTRELLAS: Jennifer Aniston, Adriana Barraza, Anna Kendrick, Sam Worthington

Por los parlantes ocultos la azafata anunció que  el vuelo tendría una duración de cuatro horas.  Apenas el tiempo para ver una película a la que invariablemente la interrumpirían en algún momento,  la siempre aparatosa servida de la comida y la, aún más aparatosa, salida al baño del vecino de silla.  Creo no ser una excepción al decir que si de ver cine en un avión se trata,  mis preferencias están por el lado de una buena comedia o una entretenida película de acción.  Ojalá una de un robo magistral. En todo caso películas que perdonen el somnoliento cabeceo y los insoportables reportes de un capitán que siempre anuncia leves turbulencias que no afectan la seguridad del vuelo.  Con este precario radar  inicie mi búsqueda y me encontré, anillo al dedo, con el nombre de Jennifer Aniston.  Sí, esa,  la monita que fue pareja de Brad Pitt y que se hizo famosa en Friends . La de Mi novia Polly en la que se suele caer, una y otra vez, cuando se está haciendo zapping  frente al televisor.  Asocio, como  tantos, el  nombre de la Aniston  con la comedia ligera, con el romance almibarado o con una mezcla, hiperglicémica, de ambas.  Como no leí la breve reseña que aparecía en el menú de las películas, supuse que Cake, la película anunciada, sería otra entretenida dosis de caramelo y cursilería. El nombre así también lo insinuaba y para las cuatro horas que ya corrían parecía ser una buena opción. A veces, confesémoslo,  queremos pura y legítima banalidad.

Aún no sé si para bien o para mal, la cosa empezó con un tono muy distinto al imaginado.  Acostumbrado como estaba a la  primorosa muñequita de ojos claros y pelo rubio, me encontré de pronto con una Aniston, en su papel de Claire,   avejentada y descuidada que en lugar de embarcarse en aventuras disparatadas o en romances de postal, se enfrenta a una situación crítica de vida: su movilidad, secuela de un aparatoso accidente, está muy limitada y su ánimo de vida, su impulso existencial,  está totalmente perturbado. Razones no le faltan.  Consciente de su situación la encara con cierto desdén hacia todo y todos cuantos la rodean. No quiere compasión y sabe que en la cuesta por la que trepa está irremediablemente sola. El humor negro que emplea, su temperamento irascible  y  su constante amargura  son, y nada más que eso son, subterfugios desesperados.  Cake no es un canto a la superación ni una oda a la esperanza. Es un asomo despiadado a una vida que perdió su sentido y no le interesa  recuperarlo.

Se trata, pues, de la antítesis de nuestro querido maniquí.  En el papel de Claire la Aniston, en lugar de atraer, causa molestia e, incluso,  un franco rechazo.  La empatía con el personaje es ninguna y si muchas de sus otras películas son travesías superficiales, esta es, anímicamente hablando,  un tropiezo lleno de sinsabores.

CAKE FOTO SECUNDARIA

La pregunta es si, más allá de no haber acertado con mi escogencia viajera y si más allá del personaje antipático y distante que la protagoniza, Cake es o no una buena película. La desilusión cosmética que provoca el cambio drástico de Jenniffer Aniston no se queda en el plano de la apariencia. Más allá de este lo que demuestra es, de una parte,  que la actriz tuvo el talento necesario para  salirse del personaje arquetípico  con el que siempre se la asocia y, de otra, que es una enorme torpeza reducir lo femenino a los  códigos tradicionales de belleza, ternura,  fragilidad  y sensualidad.  Cake exige renovar la mirada para entender que más allá de los estereotipos de mercado,  lo femenino también incluye lo violento, lo disidente, lo estéticamente inapropiado.  Con un lente así ampliado Cake adquiere otra dimensión  y es desde esta que puede decirse objetivamente que el trabajo de su director Daniel Barnz es más meritorio que audaz y en lugar de convincente, simplemente irregular.  La falla estuvo en hacer  del cambio de la Aniston, ajeno por entero a la trama,  el núcleo de la historia.   No es la primera que la actriz hace personajes dramáticos (The good girl 2002 y Sin control 2005, por ejemplo) y el foco debió ser la convulsión de una mujer deshecha por la vida y no la forma,  magistral o defectuosa eso es otra cosa, como la carismática Aniston cambia de careta. Hay tanta atención en el desprendimiento de su rol de encantadora comediante  que todo pareciera quedar al servicio, en detrimento de la historia, de este reto actoral. Claire  es sin duda un personaje sólido  y lo es por el temperamento y la fuerza que le imprime una Aniston que corrobora así su versatilidad.  Pero de allí a que eso haga de Cake una buena película hay un enorme trecho.  Esta incursión en la impotencia, la angustia y el rencor de  una mujer merecía un tratamiento mucho más elaborado, sensible y apasionado, es decir, un tratamiento mucho más femenino.

CAKE FOTO SECUNDARIA 4

La próxima vez que vea el nombre de Jenniffer Aniston en el reparto de una película dejaré de lado toda predisposición. Podrá ser una de sus comedias palomiteras,  podrá ser un romance crepuscular de violetas o podrá ser, ojalá, un drama a cuyo servicio ella ponga – y no al revés –  todo su talento actoral.  Está comprobado que en los tres lo haría bien.

 

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Dirección Distinta Mirada

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