Un héroeAndrés Quintero7LO MEJORLa simpleza y espontaneidad de sus personajesLa completa revaluación de los conceptos de mentira y verdad, inocencia y culpabilidadAmir Jadidi. Su personaje, ambiguo y pusilánime, hace que uno lo vea y juzgue tan inocente como culpable, tan ingenuo como calculador. LO MALOUn guion innecesariamente alrevesado, confuso, difícil de entender2022-05-027BuenaTÍTULO ORIGINAL: Ghahreman AÑO: 2021 DURACIÓN: 2 hora2 7 minutos GÉNERO: Drama PAÍS: Irán DIRECTOR: Asghar Farhadi ESTRELLAS: Amir Jadidi, Abolfazl Ebrahimi, Mohsen Tanabandeh, Sarina Farhadi, Fereshteh Sadrorafaei Como director, Asghar Farhadi ha sabido forjarse un estilo que lo singulariza y caracteriza. Después de haber visto Una separación, El pasado y El cliente, el espectador ya sabe, más allá del tema elegido, frente a qué tipo de narrativa se va a encontrar y cuál será el tono que empleará el director. Farhadi ha demostrado una enorme destreza en el oficio de adentrarse en situaciones anodinas y cotidianas que basculan entre el drama y la comedia, para ir diseccionando, como en una cirugía de alta complejidad, sus capas más delgadas y finas, esas imperceptibles capas que recubren mentiras y verdades, culpas e inocencias, salvaciones y condenas. En su última película, Un héroe, Farhadi vuelve con su lente minucioso y natural para entregar un drama en el que las fronteras de las verdades y las justicias se diluyen por completo. Rahim (Amir Jadidi), condenado por una deuda que no pagó, está decidido a lograr, en los tres días de libertad que le han dado, el perdón de su acreedor, pagándole parte de lo debido y comprometiéndose a cubrir el resto de la deuda con el fruto de su trabajo. En el empeño lo secunda su novia y le ayuda también, en algún momento, la buena acción, amplificada por medios y redes, de haber devuelto el dinero, hallado por su pareja, a la mujer que lo perdió. Un dinero, obvio, que pudo haberle servido para el perdón buscado. A partir de algún punto todo lo que parecía apuntar hacia la redención, se desvía hacia la condenación y al mejor estilo Farhadi resulta difícil saber qué engranaje falló y si la falla fue la consecuencia de un orden justo y de un castigo merecido o si, por el contrario, fue el desenlace incontrolado de un azar despiadado en el que mentiras y verdades se entremezclan y en el que, más que jueces palpables, lo que hay son tribunales etéreos que deciden al vaivén de las apariencias y según cual sea la demanda mediática del instante. En Un héroe Farhadi se deleita confundiendo al espectador. Mediante el manejo de una información que va liberando de a pocos, el director iraní trastea al protagonista de la verdad a la mentira y de la culpa a la inocencia, para de esa forma eludir juicios y dejar en el aire esa incómoda sensación de que ni hay buenos ni malos absolutos, sino, por el contrario, unas relaciones humanas donde todo se confunde y antes que justicias o valores o principios inmodificables lo que jalona la vida, de una familia, de una comunidad, es una red cambiante de percepciones y valoraciones superficiales. Si bien es indiscutible el don de Farhadi para retratar con enorme naturalidad situaciones como las descritas, no lo es menos que las lleva hasta el borde, a un filo no tan creíble en el que nada es lo que parece y en el que todo queda sumido, con algún grado de amañada tergiversación, en una suerte de vacío sin solución. Pero más allá de si se está o no de acuerdo con el modo como Farhadi retrata una sociedad sin brújulas y sin convicciones, lo que está fuera de discusión es la destreza del director iraní para, sin más recursos que unas buenas actuaciones, un guion provocativo y una cámara natural, mostrar una realidad llena de matices, una realidad en la que los verdaderos héroes, si alguna vez los hubo, hace mucho tiempo dejaron de existir.
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