Hackers: Ningún sistema es seguroHumberto Santana7.5LO MEJOREl ritmo de la trama que interesa y engancha, y su conclusiónLO MALOAunque poco incide en el resultado final, algunas escenas con tintes dramáticos hubiesen podido ser mejor logradas2015-09-247.5Muy buenaTÍTULO ORIGINAL: Who Am I – Kein System ist sicher OTROS TÍTULOS: WhoAmI / Who Am I – No System Is Safe AÑO: 2014 DURACIÓN: 102 minutos GÉNERO: Drama, Misterio PAÍS: Alemania DIRECTOR: Baran bo Odar ESTRELLAS: Tom Schilling, Elyas M’Barek, Wotan Wilke Möhring, Hannah Herzsprung, Antoine Monot Jr. En el mundo cibernético -quizás por el conocimiento del público en general de su gran alcance, al mismo tiempo que mayoritariamente desconoce las complicadas «artes» de la programación y el hackeo– la línea que divide la realidad y la fantasía se hace sin duda delgada. En las películas vemos muchas veces como estos genios de la computación, con solo unos segundos de hacer sonar aceleradamente los teclados (eso si, muy concentrados), rompen impunes los sistemas más seguros y obtienen datos e información imposible de conseguir en el mundo material. Pero haciendo las exageraciones a un lado, la fantasía se vuelve realidad cuando se conocen casos como el de Gary McKinnon, el escocés que infiltró nada menos que las redes del ejército estadounidense durante un par de años, dejando siempre el mensaje «Your security is crap«, quien después alegara que habría logrado infiltrar también redes alienígenas, y que demostraría la existencia de extraterrestres. O el caso del ruso Vladimir Levin, quien entró a los computadores del Citibank logrando robar más de diez millones de dólares redireccionando fondos. Y por supuesto el ahora mundialmente famoso clan «hacktivista» Anonymous, distinguido por utilizar como símbolo la máscara de Guy Fawkes, dada a conocer masivamente al mundo en «V for Vendetta«, que ha atacado cibernéticamente a gigantes como Paypal, a grupos religiosos como La iglesia de Cienciología, o a extremistas como el KKK, promoviendo siempre su «We are Anonymous. We are Legion. We do not forgive. We do not forget. Expect us.« Este es el mundo en el que nos sumerge la película de Baran bo Odar, y para hacerlo, si bien no esquiva muchos de los lugares comunes asociados al tema, toma intencionalmente varios elementos de hechos reales relacionados con el hackeo (como el uso de la máscara), que junto con una banda sonora muy «electrónica» y una fotografía muy digital, logran crear una atmósfera atrapante, que busca que lo virtual y lo fantasioso se funda en lo creíble. Hay una intención muy clara de borrar la frontera que separa lo virtual de lo material. «Uno no se puede dar el lujo de hacer esto [hackear] escondiéndose detrás de un escritorio», dice en algún momento el protagonista, así que no es esta una película que transcurra solamente detrás de teclados y pantallas. La trama entonces se mueve alrededor de Benjamín (Tom Schilling), este personaje post adolescente marginado socialmente, limitado relacionalmente, genio en computación, desubicado y en busca de una identidad, pero esto último centrado en (haciendo uso del título) «quén es él» en el mundo cibernético. Allí está el mundo en el que se siente más cómodo, es allí donde sus habilidades tienen más valor, y gracias a este mundo es que puede aspirar a ser también alguien en el mundo material. Termina juntándose con otros tres hackers, todos con diferentes personalidades y habilidades, incluyendo al social y carismático, y a un par de tipos más rudos con músculos y tatuajes, capaces además de violentar automóviles y cerraduras. En esta búsqueda de identidad virtual forman un grupo que no sigue una filosofía política definida (como Anonymous) y que tampoco aprovecha sus habilidades para aumentar sus cuentas bancarias: lo que busca reconocimiento. Se embarcan entonces en una serie de operaciones que intercalan acciones virtuales y materiales (siendo llamativa la representación del «vagón virtual», donde materializando los foros de chat, las personas son avatares y los avatares son personas), orientados a llamar la atención de los grandes «personajes» en el mundo cibernético, involucrando algo de activismo (vandalismo?), actos rebeldes más bien aleatorios, persecución policial, crimen y mafia. Pero hay que ser claros, la búsqueda de identidad y los principios políticos detrás del hackeo son solo los lineamientos de la trama. No hay que esperar encontrar aquí disertaciones profundas sobre el impacto de la era digital en la definición de personalidades, o cuestionamientos filosóficos de las acciones activistas en el ciberespacio. A las pocas escenas con tintes dramáticos hasta se les puede achacar algo de falta de fuerza. Who Am I es un thriller, lo único que busca es ser un thriller bien llevado, y hay que decir que lo consigue con éxito. El ritmo frenético de su trama no deja espacio para la desconcentración, mucho menos para el aburrimiento, y la edición «a lo Guy Ritchie» (Snatch) acentúa este dinamismo vertiginoso. En muchos aspectos es un thriller de corte hollywoodense, sin miedo al uso de cierto efectismo, pero que -por fortuna- no puede ocultar sus matices europeos. Los thrillers enfrentan siempre una gran dificultad. Generar el misterio inicial no parece ser lo más difícil, muchas películas lo logran. A medida que el misterio avanza, se genera interés en el espectador, y por lo tanto una gran expectativa. La mayor dificultad parece radicar en la presentación de la resolución de ese misterio. Se falla si la solución se revela antes de tiempo. Se falla aún más si no cumple con las expectativas, si es inconsistente o si se percibe improvisada. Se podría decir que lo mejor de Who Am I es su conclusión, suficientemente sorprendente. Y más que inteligente, la solución del misterio de la película se podría describir como «sagaz». Para lograr el cometido, el director Baran bo Odar se vale de una serie de trucos y mañas, como la edición trepidante que no deja demasiado espacio para conjeturar, pero lo más llamativo es que el director suizo parece ser también un convencido del poder de asociación en el espectador, consciente e inconscientemente. Elementos asociativos que inducen conclusiones específicas, incluyendo referencias a otras películas, encaminan al espectador a considerar desenlaces determinados, para tener luego que ajustarse el cinturón de seguridad y resistir los giros vertiginosos en la trama. Un buen thriller que consigue sus objetivos trazados: mantener el interés y la intriga, y por encima de todo, ser muy entretenido. Dato Otro de los elementos reales que la película incluye en su trama, es un caso similar al de Kevin Poulsen (Dark Dante), quien hackeó las líneas de teléfonos de Los Angeles para ganar tramposamente un Porsche en un concurso por llamadas de la estación de radio local 102 KIIS-FM, logrando hacer exactamente la llamada ganadora número 102. Poulsen se dedica hoy en día a actividades periodísticas relacionadas con la seguridad digital.
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